Lucas 15, 11-32 “Padre, he pecado contra el cielo y contra Ti”
En este día de la Fiesta de San Agustín no se ha podido encontrar mejor marco evangélico que la parábola del Hijo Pródigo. Agustín se identifica con él: se fue lejos de la casa del Padre, anduvo por caminos de error y confusión, se entregó a placeres desordenados, malgastó la herencia de su fe y, errante de sí mismo, se perdía cada vez más desoyendo la voz interior que le llamaba a volver a su hogar. Rechazaba con un “mañana” repetido el inicio del camino por donde retornar para librarse de sus miserias.
El padre del hijo pródigo salía cada día a la puerta de casa, escuchando su corazón, que le hacía presentir los pasos de aquel hijo, que, aunque, huido de su lado, él nunca lo había dejado salir del recinto sagrado de su amor. No tenía otro medio de hacerlo volver que la esperanza.
Agustín es más rico en su calidad de fugitivo; su prodigalidad es seguida tan de cerca por su Padre Dios que, cuando escriba el libro de la Confesiones, todos se sentirán obligados a hacer de él un canto a la búsqueda de ese Buen Padre, que no sólo confía y le espera, sino que sale a todos los recodos de sus caminos para decirle: hijo, vuelve a casa. Le había enviado mensajeros, testigos, circunstancias, para que se diera cuenta de su error, del mal negocio que estaba haciendo sirviendo a otros amos; le había empujado hasta el extremo de sí mismo, sazonando de amargura todo placer y, al fin, había logrado penetrar en su corazón con la espada de la inquietud.
Su buen Padre Dios le hablaba desde dentro, le atraía desde dentro y allí dentro de su alma le dio a gustar el manjar de su sabor divino y le encendió con la llama de la luz y del amor, que nunca había podido encontrar fuera.
Entonces, hijo de nuevo, engendrado de nuevo por el Amor de su Padre, se volvió como una saeta se dirige al blanco: con ardor, con pasión, con tensión y dinamismo creciente: “Hasta que no descanse en Ti, oh Dios ya mi corazón no descansará”; será su gemido y su canto.
Y el camino de vuelta se abrió ante él porque ya estaba vencido por un amor humilde y arrepentido. Jesús fue su camino; el resto ya se conoce: el abrazo con el Padre en la tierra y para toda la eternidad.
¡Agustín, déjanos cada día acompañarte al Hogar del Amor!
"El Señor te dice: te allané el camino que conduce a la Patria;
no te apartes del camino"
San Agustín. Coment. Salmo 125.
Publicada el 08 Mar 2016