Domingo 29º Tiempo Ordinario
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Domingo 29º Tiempo Ordinario
Mateo 22,15-21
"A Dios lo que es de Dios"
Es este el encuentro de la trampa, de la falsedad de corazón; frente a Jesús, nobleza sin doblez, está la mueca del fariseo de siempre, duelo permanente entre la verdad y la mentira.
Muchas veces queremos hacer que el Señor se ponga de nuestro lado sólo para favorecernos, para quedarnos tranquilos; intentamos manejar sus palabras para que quieran decir lo que nosotros queremos…
Pero Él sólo nos dará la libertad desde la verdad. Y esa Verdad va a derrumbar todos los esquemas y estructuras falsas sobre las que montamos cada día nuestra vida. Nos irá llevando poco a poco a su limpio horizonte librándonos de las ataduras de la falsedad.
Señor, cuando escucho este imperativo tuyo, “a Dios lo que es de Dios” me siento llamada a la plenitud de la vida. ¿Qué es de Dios? Todo, todo es tuyo porque, incluso aquel tributo que he de pagar a los Césares que me rodean, no puede estar sometido solamente a ellos; todo ha de ir por Ti y desde Ti.
Tú aconsejaste cumplir aquel precepto civil porque con él buscabas un orden, pero, sobre todo, para que aquellos que intentaban ponerte en evidencia, comprendieran que Tú estabas por encima de todo. Hay que hacer lo que hay que hacer pero sin perder la Paz del Alma, como señores; hay que poner cada cosa en su lugar, pero sin que ninguna cosa ocupe el lugar tuyo, el de Dios. Tu autoridad es luz, tu Palabra es seguridad y, si yo siempre te pregunto por tu Voluntad a corazón abierto, llegaré a comprender “lo que es de Dios”. Entonces ayúdame a seguirla, a preferirla a todo, a empapar mi vida del gozo de darte lo que es tuyo, más aún, de darme a Ti porque todo mi yo es tuyo. ¡Soy de Dios!
"¿Quieres tener a Dios de tu parte?
Ponte tú de parte de Dios"
San Agustín. Coment. Salmo 39,27.
Publicada el 20 Oct 2017